La cruz de Cristo y la Lanza del Destino: Cómo las dos reliquias más importantes del cristianismo cambiaron la historia
ISBN: 9781978045675
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Que Jesús de Nazareth (ca. 4 AC-30 DC) fue crucificado es una de las afirmaciones más cercanas a un hecho histórico que pueda hacerse sobre su él. Sobre los detalles de qué hizo o dijo la academia ha pasado siglos debatiendo, pero en este hecho, que sufrió la pena capital a manos de la autoridad romana por medio de la crucifixión, coincide la abrumadora mayoría de los historiadores del mundo antiguo. Que hubo una cruz donde sufrió y murió es, por tanto, la siguiente afirmación lógica. De hecho, su caso no es raro: como él, hubo muchos otros judíos que perecieron clavados a un madero en las afueras de Jerusalén; miles de acuerdo al historiador Josefo, testigo presencial de la gran rebelión contra Roma. La cruz, que era un símbolo de fracaso y vergüenza para quienes morían en ella y sus familias, fue considerada desde el inicio del cristianismo como el momento triunfal en la carrera de su mesías; su crucifixión el momento de su ascensión a su trono como verdadero rey de los judíos. De ahí que, una vez terminada la persecución contra el cristianismo, y pasados los suficientes años, comenzaran a surgir los interesados en buscar la evidencia. Ir en pos de, contemplar, besar y en el mejor de los casos llevarse a casa un pedazo de la histórica cruz fue una de las obsesiones primero de los creyentes, después de reyes y emperadores.
Junto con la cruz, siguiendo el relato evangélico, aparece otro objeto que incluso más que el Santo Grial, ha mantenido de una forma u otra su enigmática e inquietante presencia a lo largo de la historia: la lanza de Longinus, el soldado romano que perforó el costado de Jesús. La Verdadera Cruz era una reliquia de sanación y protección, pero la lanza, de acuerdo a la leyenda, era para la guerra y la conquista. “Aquél que posea esta lanza y descubra su secreto tendrá el destino del mundo en sus manos, para bien o para mal." Así lo creyeron los antiguos emperadores del Sacro Imperio Romano, Napoleón e incluso Adolph Hitler. No es casual que a esta codiciada reliquia le haya conocido desde tiempos inmemoriales como la Lanza del Destino.
Junto con la cruz, siguiendo el relato evangélico, aparece otro objeto que incluso más que el Santo Grial, ha mantenido de una forma u otra su enigmática e inquietante presencia a lo largo de la historia: la lanza de Longinus, el soldado romano que perforó el costado de Jesús. La Verdadera Cruz era una reliquia de sanación y protección, pero la lanza, de acuerdo a la leyenda, era para la guerra y la conquista. “Aquél que posea esta lanza y descubra su secreto tendrá el destino del mundo en sus manos, para bien o para mal." Así lo creyeron los antiguos emperadores del Sacro Imperio Romano, Napoleón e incluso Adolph Hitler. No es casual que a esta codiciada reliquia le haya conocido desde tiempos inmemoriales como la Lanza del Destino.